Argumentos en contra de la inteligencia emocional

Alta inteligencia emocional

Si alguien está en la C-Suite de una organización, la IE es imprescindible. Una persona puede tener la mejor capacidad técnica del mundo y ser estratégica con los procesos, pero sin IE no será un gran líder. Para los propietarios y socios de un bufete de abogados, especialmente de un bufete de abogados en solitario o pequeño, es aún más esencial. Mientras que los jefes de los grandes bufetes tienen hordas de personas entre ellos y los novatos, el líder de un bufete en solitario o pequeño está en primera línea con su personal. Comprender las motivaciones de sus empleados es fundamental.

Importancia de la inteligencia emocional

Cuando Daniel Goleman publicó el libro Inteligencia emocional en 1995, pocos habían oído hablar del término. En los círculos académicos, era un concepto nuevo: una teoría formada por dos psicólogos, John D. Mayer y Peter Salovey, que postulaba que, al igual que las personas tienen una amplia gama de capacidades intelectuales, también tienen una amplia gama de habilidades emocionales que afectan profundamente a su forma de pensar y actuar. Avancemos hasta hoy. Encontrará referencias a la inteligencia emocional en casi todas partes, la mayoría positivas: cómo la inteligencia emocional puede convertirle en un mejor líder, un mejor empleado o incluso un mejor cónyuge o padre.

Lo que no se ve muy a menudo son referencias a los aspectos negativos de la inteligencia emocional. Pero es importante recordar que la inteligencia emocional, al igual que la inteligencia “tradicional”, no es intrínsecamente virtuosa. Es una herramienta.

  Dimensiones de la inteligencia emocional segun salovey y mayer

Este es el lado oscuro de la inteligencia emocional: utilizar el conocimiento de las emociones para alcanzar estratégicamente objetivos egoístas. Del mismo modo que una persona con un intelecto brillante puede convertirse en un detective consumado o en un cerebro criminal, alguien con un coeficiente emocional superior puede elegir entre dos caminos muy distintos: utilizar su influencia para ayudar o para perjudicar. Los científicos se han interesado más por este lado oscuro en los últimos años. Por ejemplo:

Baja inteligencia emocional

Este año, la inteligencia emocional (IE) celebra su 30 aniversario. Fue en 1990 cuando Peter Salovey y John Mayer publicaron el primer artículo científico sobre la IE en el que la definían como “La capacidad de controlar los sentimientos propios y ajenos, de discriminar entre ellos y de utilizar esta información para guiar el pensamiento y la acción”. (Salovey & Mayer, 1990, p. 189). La IE se popularizó con el éxito de ventas de Daniel Goleman (1995), que presentó la IE como el mejor predictor del éxito en la vida.

Durante los últimos 25 años, la IE ha sido objeto de un ferviente debate en el ámbito científico, con detractores que intentaban acabar con la idea emergente de emparejar la inteligencia con las emociones alegando que los individuos no pueden razonar con emociones -y, por tanto, que la IE era un concepto inválido (Locke, 2005)- y partidarios que defendían su legitimidad argumentando que la investigación sobre la IE era teóricamente sólida, estaba viva y gozaba de buena salud (Ashkanasy & Daus, 2005).

  Inteligencia emocional daniel goleman referencia bibliografica

A pesar de la floreciente literatura que muestra los efectos positivos de la IE, se han encontrado resultados contraintuitivos sobre el efecto de altos niveles de IE en varios resultados (Davis & Nichols, 2016). Los estudiantes universitarios con altos niveles de IE eran más vulnerables a la depresión, la ideación suicida y la indefensión (Ciarrochi et al., 2002). Además, los individuos con alta IE y alta testosterona mostraron reacciones de estrés más fuertes en una situación de presión social (Bechtoldt y Schneider, 2016).

Cómo mejorar mi inteligencia emocional

¿Puede ser eficaz un líder que carece de las habilidades y conocimientos innatos para gestionar sus emociones y conectar con la gente? Sí, dice este autor, incluso si tal líder es el opuesto descarado y a veces fuera de control del líder emocionalmente maduro arquetípico. De hecho, ese líder o líder potencial puede encontrarse incluso donde una organización menos lo esperaría, cerca de la parte inferior del organigrama.

Gracias sobre todo a Daniel Goleman, se acepta la idea de que los líderes deben ser emocionalmente inteligentes para ser eficaces. Pero esta noción no sólo es errónea, sino perjudicial, sobre todo si impide que determinadas personas demuestren su liderazgo, como quienes de otro modo podrían ser grandes líderes de vital importancia. Por ejemplo, desafiar el statu quo suele ser una preocupación de muchos líderes. Sin embargo, la insatisfacción con el orden existente suele basarse en la rebeldía juvenil, una condición que no suele asociarse a la inteligencia emocional. Las empresas que requieren una innovación constante para competir dependen precisamente de innovadores jóvenes que no teman desafiar el statu quo, aunque, al hacerlo, su estilo sea contundente o agresivo y carezca por completo de inteligencia emocional. Este artículo expone una nueva perspectiva del liderazgo que aclara el lugar que corresponde a la inteligencia emocional. La conclusión es que la inteligencia emocional es más importante para la gestión que para el liderazgo.

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