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Inteligencia emocional. imaginación, cognición y personalidad.

Peter Salovey y John D. Mayer acuñaron el término “inteligencia emocional” en 1990, describiéndola como “una forma de inteligencia social que implica la capacidad de controlar los sentimientos y emociones propios y ajenos, de discriminar entre ellos y de utilizar esta información para guiar el pensamiento y la acción”.

Salovey y Mayer también iniciaron un programa de investigación destinado a desarrollar medidas válidas de la inteligencia emocional y explorar su significado. Por ejemplo, descubrieron en un estudio que cuando un grupo de personas veía una película perturbadora, las que puntuaban alto en claridad emocional (que es la capacidad de identificar y dar nombre a un estado de ánimo que se está experimentando) se recuperaban más rápidamente. En otro estudio, los individuos que puntuaban más alto en la capacidad de percibir con precisión, comprender y valorar las emociones de los demás eran más capaces de responder con flexibilidad a los cambios en su entorno social y de crear redes sociales de apoyo.

En la década de 1990, Daniel Goleman conoció el trabajo de Salovey y Mayer, que dio lugar a su libro Inteligencia emocional. Goleman era redactor científico del New York Times, especializado en investigaciones sobre el cerebro y el comportamiento. Se formó como psicólogo en Harvard, donde trabajó con David McClelland, entre otros. McClelland formaba parte de un grupo creciente de investigadores preocupados por lo poco que decían los tests tradicionales de inteligencia cognitiva sobre lo que se necesita para tener éxito en la vida.

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Historia de la inteligencia emocional

El campo científico de la Inteligencia Emocional, como área formal de estudio, existe desde hace 30 años – relativamente joven en lo que a ciencias se refiere. Sin embargo, en todas las épocas se ha hecho referencia al poder de las emociones y a su influencia en nuestros pensamientos, sentimientos y comportamientos.

Hace unos 2.000 años, Platón escribió: “Todo aprendizaje tiene una base emocional”. Desde entonces, científicos, educadores y filósofos se han esforzado por demostrar o refutar la importancia de los sentimientos. Por desgracia, durante gran parte de esos 2.000 años, el pensamiento común era: “Las emociones deben controlarse y reprimirse; nos estorban para tener éxito”. En las últimas tres décadas, un creciente número de investigaciones está demostrando justo lo contrario.

A continuación se expone una historia básica del estudio de la inteligencia emocional y social, así como los principales contribuyentes. Se ha recopilado de una serie de artículos, sitios web y libros como guía de cómo ha surgido este campo de estudio. No se trata en modo alguno de una lista completa de todos los que han contribuido a este campo.

Habilidades de inteligencia emocional

En los últimos años, los estudios sobre las emociones se han hecho más frecuentes a medida que las nuevas tecnologías innovadoras han permitido ver el cerebro humano en funcionamiento (Caruso y Salovey, 2004).    Ahora podemos ver de primera mano cómo funciona el cerebro mientras pensamos. Estos nuevos datos neurobiológicos permiten ver cómo reacciona el cerebro cuando alguien se siente feliz, triste, enfadado y amado (Caruso & Salovey, 2004).    Peter Salovey y David Caruso sugieren que el centro cerebral de la emoción es parte integrante de lo que significa pensar, razonar y ser inteligente, lo que convierte a la inteligencia emocional en un componente crucial para comprender las emociones propias y ajenas (Caruso & Salovey, 2004).

  Capacidades de la inteligencia emocional según goleman

Para comprender mejor la inteligencia emocional, primero hay que investigar los dos términos que la componen: emoción e inteligencia.    Salovey, Bracket y Mayer (2007) proponen que las emociones son respuestas organizadas que atraviesan los subsistemas fisiológico, cognitivo, motivacional y experiencial del cerebro.    Las emociones, que antes se consideraban “interrupciones desorganizadas de la actividad mental que debían controlarse o perturbaciones agudas del individuo en su conjunto, ahora se consideran “fuerzas motivadoras que son procesos que despiertan, sostienen y dirigen la actividad” (Salovey, Bracket y Mayer, 2007, pág. 2).

Salovey et mayer (1990)

Este artículo presenta un marco para la inteligencia emocional, un conjunto de habilidades que, según la hipótesis, contribuyen a la valoración y expresión precisas de la emoción en uno mismo y en los demás, a la regulación eficaz de la emoción en uno mismo y en los demás, y al uso de los sentimientos para motivar, planificar y conseguir logros en la propia vida. Empezaremos revisando el debate sobre las cualidades adaptativas y desadaptativas de la emoción. A continuación, exploramos la literatura sobre la inteligencia, y especialmente la inteligencia social, para examinar el lugar de la emoción en las concepciones tradicionales de la inteligencia. A continuación, se describe un marco para integrar la investigación sobre las habilidades relacionadas con la emoción. A continuación, repasamos los componentes de la inteligencia emocional. Para concluir la revisión, se discute el papel de la inteligencia emocional en la salud mental y se sugieren vías para futuras investigaciones.

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